Breve historia

La historia de Pozán ha ido unida desde sus comienzos con el agua del río Vero. Durante más de 40.000 años vivió el hombre prehistórico en los alrededores de Pozán subsistiendo de la caza del caballo, ciervo y la cabra como demuestran las pinturas rupestres.

A partir del Neolítico, el hombre comienza a habitar fuera de las cuevas. En las sierras que bordean el cauce del río encontramos los primeros establecimientos al aire libre, entorno a la Edad del Bronce, como el Tozal de las Huertas, que probablemente corresponden a campamentos
estacionales.

En el yacimiento de la Costera de época íbero-romana se documentan restos de estructura arquitectónica de los siglos III y II antes de Cristo. Así, ya que el río es una arteria de comunicación, éste se convierte en un lugar clave de control. Esta circunstancia será definitiva durante la época musulmana, cuando el cauce fluvial se ha convertido en la vía natural de acceso desde los
Pirineos, donde están  los reinos cristianos, a la tierra llana, bajo el control del Islam.

La primera mención histórica de Pozán, aparece en 1095, como "Pozsant" en la documentación del rey Pedro I.  A partir de 1543 será ya citado como "Pozán de Vero".

El enclave de Pozán continuará teniendo pujanza durante la Baja Edad Media cuando debió reedificarse su castillo, pues con tal fin se lo dona Jaime II de Aragón en 1304 a Rodrigo de Orta, esplendor económico que continua durante la Edad Moderna. De ello son muestra la extensión de su caserío en la
falda suroeste de la sierra y las importantes obras públicas como sus dos puentes
. Y, sobre todo, por la pujanza económica del río, cuyas aguas hábilmente reguladas en diversos puntos de su cauce, permitirán el máximo aprovechamiento, moverán molinos y batanes y, permitirán el regadío en la zona sur. Del Salto de Pozán nacerá una de las más importantes acequias: la de San Marcos.